lunes, 2 de octubre de 2017

CÓMO PENSABAN LOS GUIPUZCOANOS EN MATERIA DE SANIDAD 1917



 
FOTO 1 Baserritarra. Revista Novedades, 25 de julio de 1909

En el País Vasco, las clases pudientes habían tomado a principio del siglo XX, la costumbre de ayudar a combatir la miseria con actividades como bailes benéficos, becerradas, conciertos o tómbolas. En muchos casos, esto era una demostración social más que un acto de caridad. A pocos de estos benefactores les interesaba cambiar la injusticia hiriente, modificar las causas de la pobreza y formar a las personas para que pudieran sostenerse económicamente y no necesitaran su compasión. Sólo algunos iluminados habían dado un paso más e intentaban crear talleres de carpintería y mecánica para ofrecer una salida digna a esos pobres diablos. Aun así, en aquellos años era muy difícil gestionar esos lugares y ofrecer alternativas válidas a este tipo de gente.

En el País Vasco, la ciudad y el campo se habían enfrentado desde antiguo. La gente rural se sentía agredida por las ideas liberales de los burgueses y por su estilo de vida ostentoso. Y éstos despreciaban la rusticidad de aquéllos y las limitaciones que ponían al crecimiento de la ciudad y al comercio, principal fuente de riqueza. Intereses contrapuestos estaban en liza. Eran dos mundos dándose la espalda que habían sembrado una cultura de incomprensión y rechazo y a los que únicamente los unía su extremado catolicismo (1).

FOTO 2 Pintor, José Arrue. Portada de la Revista Vida Vasca 1926

Cómo han pensado y piensan en nuestro pueblo de la Medicina
Tal es el tema impuesto por el presidente de la Academia Médico Quirúrgica, aludiendo no a la porción del pueblo guipuzcoana ilustrada y cultural, sino a la masa común de la población obrera y especialmente a la que se dedica a las labores del campo, esto es, a la población rural, a la que conocemos con el nombre de “caseros”, y en el lenguaje del país “baserritarra” (2).

Cómo pensaban antiguamente antes de 1917
Tratándose de un país cuya literatura no descuella por su abundancia, ¿qué noticias podré yo aportaros acerca del modo como haya podido pensar nuestro pueblo rural en materia de medicina en los tiempos relativamente antiguos? En algún autor que he podido hallar a mano como el historiador Isasi que floreció en el primer tercio del siglo XVII, encuentro con relación al tema de que me ocupo, que oyó decir al entonces obispo de Tuy, Reverendo Padre Tolosa que había conocido en el convento de Aranzazu a un anciano de más de ochenta años, a quien por curiosidad preguntó si solía tener alguna enfermedad y cómo se curaba; a lo cual el interpelado contestó diciéndole: que nunca tuvo cosa de peligro, pero que hallándose fatigado con algún mal, no acudía a médicos, sino donde había buen vino de Rivadavia y tomando en una taza ancha rebanadas de pan, se hartaba de ellas, bebía el vino y se curaba con ello; nunca se sangró ni purgó y de esta manera se hallaba con más salud y buenos bríos (2).

FOTO 3 Casa donde nació el Almirante Oquendo, emplazada al pie del monte Ulía, en el barrio de Gros, en la Avenida de Navarra de San Sebastián. Foto: Aguirre. Revista Novedades, 24 de octubre de 1909

En cierto lugar visitaba un médico a un hombre enfermo de calenturas al cual le recetó para su salud, los jarabes y las purgas, y él en secreto los echó en una “bacía”; vino el médico y visitó al enfermo y luego fue a ver lo que había obrado y exclamado dijo: ¿qué fuera si esto tuviéredes dentro? Respondió él con mucha gracia; pues por eso no lo tomé; quedó el médico espantado y el enfermo curó sin la purga.

De esto dos botones de muestra, ¿qué otra cosa puede deducirse sino que en aquella época el vulgo apenas tomaba en consideración los principios y las prescripciones médicas que se emanaban de los que por aquel entonces hacían objeto de sus estudios la ciencia de Esculapio?

La cueva de San Elías
La superstición, la curandería, el charlatismo, la curación por gracia sobrenatural y una multitud de preocupaciones, deducciones cabalísticas de hechos, coincidencias, relaciones más o menos fundadas con los estados pláticos o funcionales, toda una baraunda de incongruencias, aberraciones y procedimientos sibilíticos, constituían el bagaje médico quirúrgico de nuestros aldeanos en las épocas a que venimos refiriéndonos.

FOTO 4 Pintor, José Arrue. Portada de la Revista Vida Vasca 1927

Confirmación de esta verdad nos la atestiguan entre los mil ejemplos que pudieran aducirse, el conocido de la cueva de San Elías en la que existe un pozo al que las estériles arrojaban piedras para lograr que llegasen a tener hijos y tantas piedras como tiraban, otros tantos hijos llegarían a tener; costumbre que todavía sino estamos mal informados debe continuar entre las aldeanas de la merindad de Oñate y sus alrededores.

El aro del Monte Ernio
Y no digamos nada del célebre aro de hierro que nosotros hemos tenido ocasión de contemplarlo roído y mohoso en la cúspide del monte Hernio, junto a la famosa Cruz, y que pasando el cuerpo del paciente o los miembros superiores e inferiores alternativamente por el hueco que constituye el círculo del expresado artefacto, queda suprimido para siempre el reuma sin que al fervoroso cliente se le haya siquiera venido a las mientes que tan sólo el hecho de haber podido subir por su propio pie a una altura que es capaz de poner a prueba los pulmones y las piernas de un rebeco o de una cabra, es el mejor certificado de no padecer aquella dolencia cuya curación precisamente solicita (2).

El aldeano ha progresado en nuestros tiempos
El aldeano de este país ciertamente que es rutinario y se encuentra fuertemente ligado a las prácticas y procedimientos que aprendió de sus antepasados, pero no podemos menos de reconocer que en muchas de aquellas y de estos se va atemperando a lo que ve y observa entre gentes que no son de su procedencia ni pertenecen a su condición social y paulatinamente se va acostumbrando a usos y maneras de vivir que siéndole asequibles, las considera más o mejor acondicionadas para proporcionarse por su mediación un bienestar relativo; no hay más que fijarse ya sea en la indumentaria personal o en el mismo ajuar de los caseríos; en los aperos de labranza y medios de cultivo y abono de los campos; en la alimentación de que hace uso; en la vida más movida que hace mediante la facilidad de medios de comunicación y últimamente hasta en las mayores y más pingües ganancias que de sus productos obtiene, para notar un cambio a todas luces bien marcado y perceptible en el tipo del casero de nuestros tiempos si se le quiere comparar con el de épocas antiguas y no precisamente de centurias, sino de los años que han transcurrido desde nuestra niñez (2).

Pero en Medicina piensan como antes
Si la rutina y la ignorancia eran patrimonio de las generaciones que precedieron a las actuales de las gentes del campo en nuestro país, puede decirse que todavía continúan conservando íntegramente ese patrimonio en lo que se refiere a los problemas médicos.

Como muestra de lo que decimos haremos mención de un hecho anecdótico de que fuimos testigos en cierta ocasión que tuvimos que visitar a un varioloso en uno de los caseríos de un barrio cercano al pueblo en donde ejercemos la profesión (2).

Personados en la casa del paciente que procedía de la zona minera de Bilbao, lo primero que echamos de ver a la entrada fue la silueta de un viejo encorvado por el peso del trabajo y de los años que fumaba tranquilamente la clásica pipa de barro y en cuyo rostro se destacaban colgantes por las ventanas de la nariz, dos objetos de color verdoso que por su forma y dimensiones así como por el lugar que ocupaban, nos produjo en el primer momento y entre la penumbra de la habitación, la impresión de dos velas de moco asqueroso que delataba el poco aseo de nuestro aldeano personaje; y al reprocharle (por supuesto, en la lengua del país) su abandono y dejadez para atreverse a presentarse ante nosotros de aquella manera tan poco favorable a la estética, nos replicó sonriente: señor médico, no se crea usted que lo que me ve en la cara sea moco ni cosa que le parezca; son los rabillos verdes de dos cabezas de ajo que las tengo puestas, una en cada abertura de la nariz, con objeto de que no se me contagie la viruela por medio del aliento, y así mismo llevo también atados en las muñecas unos cuantos ajos con el mismo fin de que no me penetre la enfermedad en la sangre; y al decir esto, nos mostraba las mismas en las que aparecía la piel eritematosa por efecto del contacto de aquellos, que habían determinado su acción rubefaciente algo intensa (2).

FOTO 5 Aguadora Revista Novedades, 26 de septiembre de 1909

Consejos Prácticos

¿Se debe poner algodón en los oídos?

En principio se puede afirmar que no debe taponarse el orificio externo del conducto auditivo;
a).- porque dicha oclusión mantiene una humedad constante que favorece el desenvolvimiento de las afecciones cutáneas;
b).- porque sin motivo alguno se disminuye la audición.

Dos excepciones deben, sin embargo, ser hechas a esta prohibición:
1ª.- Las personas que, por efecto de una afección del oído interno tengan perforada la membrana timpánica, deberán cerrar su conducto cuando salgan a pasear con tiempo frío, húmedo o polvoriento; pero nunca mientras estén en casa y mucho menos por la noche al acostarse;
2ª.- Las personas muy propensas a vértigos y mareos de origen auricular, cuando se tengan que exponer a ruidos agudos intensos, como, por ejemplo, un viaje en ferrocarril, deben amortiguar, taponándose el conducto auditivo, la violencia de las vibraciones sonoras que pudieran impresionar demasiado su sensibilidad.

FOTO 6 Pintor, José Arrue. Portada de la Revista Vida Vasca 1928

Primeros Auxilios que debe prestarse a los fracturados
Una persona puede romperse un brazo o una pierna en el campo o en mitad de la calle; es necesario levantarla y conducirla a su domicilio o a la Casa de Socorro más próxima; esta labor es siempre ejecutada por los que en el momento del accidente están más cerca del lesionado, y nadie puede eximirse del cumplimiento de este acto humanitario (2).

El conocimiento de ciertas nociones prácticas es imprescindible para evitar muchos sufrimientos inútiles al pobre herido. Ante todo debe el miembro fracturado ser inmovilizado provisionalmente en el mismo sitio, antes de pensar en transportarlo; de este modo evitaremos los desgarros secundarios que pueden producirse en la piel por la acción de un fragmento acabalgado y puntiagudo. No deberá jamás desnudarse el miembro fracturado; se descoserá o se cortará la ropa y el calzado, pero nunca se ejecutarán movimientos para despojarles de los vestidos.

Es necesario aguzar el ingenio para utilizar todos los objetos de que podamos disponer en el lugar del suceso.
Si es un paraje habitado, los recursos abundarán; las tablillas, tiralíneas, metros, mangos de escoba, barrotes, alambres, cartones, paraguas, bastones, etcétera, etc.

En el campo recurriremos a las ramas de los árboles, cortezas largas, cañas, paja, juncos y, en último término, a nuestros propios vestidos.

Si el accidente ha ocurrido yendo de caza, nos valdremos de los fusiles, polainas, morrales, etc.

Con cualquiera de estos medios improvisaremos dos tutores forrados que sobrepasen a la longitud del miembro lesionado de modo que inmovilicen las dos articulaciones más próximas (por arriba y por abajo) al foco de fractura.

Y hasta, si no se encuentra nada utilizable, nos queda el recurso de colocar el miembro lesionado junto al sano (si se trata de la pierna) y atarlos, de modo que el intacto sirva de tutor al roto; si el brazo es el fracturado, lo uniremos al lado correspondiente del pecho.

Los lazos los improvisaremos con cinturones, correas, tiras de sábanas desgarradas, pañuelos, etc.

Por debajo de los tutores se dispondrán unos cojinetes formados con lienzos, vestidos arrollados, algodón, periódicos, paja, musgo, etc. etc.

Una vez inmovilizado provisionalmente, es necesario levantar el miembro fracturado para adaptar los tutores y pasar los lazos. No se levantará jamás por su extremidad ni por una persona sola; debe levantarse todo él a la vez y por dos personas cuando menos y en cuyos movimientos reine el acorde más perfecto, evitando las tracciones y sacudidas.

El mismo cuidado debe presidir a todas las maniobras del transporte. Imprimir el menor movimiento posible al foco de fractura.

Una vez el herido instalado en su cama, se avisará a un cirujano para que se encargue de la reducción e inmovilización definitivas (2).

FOTO 7 Hotel María Cristina de San Sebastián. Revista Novedades, 4 de julio de 1909

Las hemorroides en los viejos
Para calmar las molestias que esta afección produce en los sujetos de edad avanzada y que a veces les impide el poder dar un paso, se ha recomendado recientemente el tigenol, cuerpo líquido de color negruzco, bastante espeso, suave al tacto, que ni mancha ni irrita las partes con que se pone en contacto, sino que, por el contrario calma los dolores y el escozor (2).

He aquí el modo de proceder: Siempre que se salgan las hemorroides, se lavan cuidadosamente con agua hervida tibia y, después de secas, se embadurnan ampliamente con un trozo de algodón hidrófilo empapado en tigenol; se aplica una compresa de gasa y encima una bola de algodón del tamaño de una naranja, sujetándose todo con un vendaje ordinario que comprima un poquito para mantener la reducción.
La mejoría se observa desde las primeras curas (2).

Aplicación de la Tintura de Yodo
Se conoce con este nombre una solución alcohólica de yodo pulverizado, conteiendo una parte de yodo puro por doce de alcohol de 90º. Debe emplearse siempre fresca porque al cabo de cierto tiempo, después de sus preparación, se forma el ácido yodhídrico, cuya presencia puede provocar, al aplicarse en la piel, quemaduras y flictenas.

Además debe tenerse siempre en frascos perfectamente taponados, porque si no con la evaporación del alcohol se concentra demasiado la solución, provocando su empleo una irritación muy intensa.

FOTO 8 Aldeanas vascas. Hombres y mujeres en la recolección de la manzana. . Revista Novedades

La aplicación se hace por medio de un pincel o de un trozo de algodón. Se pasa dos o tres veces según el efecto que se desee obtener, teniendo cuidado de que se haya secado la primera capa antes de aplicar la segunda; una vez terminada la pincelación, es necesario recubrir la región con una capa de huata; sin esta precaución el alcohol se evaporará y el yodo depositado sobre la piel, apenas producirá efecto.

En algunos casos el dolor provocado por la tintura de yodo es tan vivo que es necesario cesar en su aplicación; inmediatamente se aplicará una cataplasma de almidón que calmará el dolor en virtud de una acción química que se establece entre en yodo y el almidón para concluir formando el yoduro de almidón (2).

La prioridad de un descubrimiento
El famoso médico Juan Villarreal, catedrático de la Universidad de Alcalá de Henares, escribió en el año 1608 una admirable monografía sobre “el garrotillo” (Difteria grave u otra forma de angina maligna en algunos puntos del aparato respiratorio que solía ocasionar la muerte por asfixia).

FOTO 9 Al toque de oración. Pintor, José Arrue. Portada de la Revista Vida Vasca 1930

El año 1765, o sea 157 años después, el inglés Home publicó su obra sobre esta misma enfermedad en Edimburgo, siendo, por lo tanto, nuestro ilustre antepasado el primero que la dio a conocer al mundo, a la que llamó con gran propiedad enfermedad sofocativa, diciendo que acometía a las muchachas y entre ellas a las más hermosas y que provocaba inmediatamente fenómenos de sofocación y de estrangulamiento, de donde le vino el nombre de garrotillo, como la llamaban las gentes por ocasionar una muerte análoga a la que sufrían los condenados a la pena de garrote (2).

Como piensan actualmente en 1917
Actualmente deja mucho que desear la cultura médica de la población rural y el empirismo campea por sus respetos entre nuestros aldeanos con sus preocupaciones y sus interpretaciones de los estados páticos conforme lo hacían en épocas antiguas, para deshacer las cuales no bastan los éxitos que a millares pudieran observar si fijasen algún tanto nada más su atención sobre los triunfos de la moderna terapéutica. Y así todavía les oímos hablar de sus “aice charrac” (los malos aires) cuando se trata aunque sea de la existencia de una ciática como de un cáncer de estómago; izipula (erisipela), con cuya denominación abarcan en absoluto y totalmente las enfermedades de la piel; odolaren kolpia (golpe de sangre), que lo mismo tiene aplicación a una pulmonía que a cualquier estado febril incipiente; barruba garbitzia (limpieza del interior), frase aplicada por ellos igualmente al contemplar los efectos de una buena purga, que a la expectoración purulenta de un tuberculoso en el periodo último de fusión de sus pulmones o a una metrorragia de reciente alumbramiento que pone de punta los pelos al médico; y otras muchísimas a ese tenor que demuestran la carencia total de idea alguna que pueda concretar, digámoslo así, el pensamiento médico que sea susceptible de tener nuestro aldeano (3).

FOTO 10 Vista general de la granja agrícola “Fraisoro”, propiedad de la Excelentísima Diputación de Guipúzcoa. Foto Aguirre. Revista Novedades 1909

Hay que elevar su cultura médica
¿Y qué medios podrían aplicarse y serían los más adecuados de poner en práctica a fin de elevar la cultura médica en tales gentes y, como consecuencia hacerles desviarse del camino que en la más completa obscuridad recorren en asunto de tan vital interés como representa el de la conservación de la salud o su recuperación una vez que se hubiera perturbado el organismo en su normal funcionamiento? En nuestro concepto, no cabe más que uno primordial y necesario: la vulgarización científica (3).

El Maestro
Que el maestro en la escuela, a la vez que enseña al niño las lecciones de Historia Sagrada que Dios hizo al hombre del barro de la tierra, le imbuya también la idea de que con aquel barro no construyó el Supremo Hacedor un busto estatuario, sino que confeccionó un cuerpo, un conjunto de muchos y diversos órganos, como las partes que componen una máquina encargados cada uno de ellos de un trabajo admirable que ha de concurrir al sostenimiento de la vida, indicándole a la vez los nombres de esos órganos y un esbozo “grosso modo” nada más, del objeto de cada uno de ellos (3).

FOTO 11 Romería. Pintor, José Arrue. Portada de la Revista Vida Vasca 1931

El Sacerdote
Que el sacerdote desde el púlpito o en sus actuaciones como tal, a la vez que condena y anatematiza el vicio, haga comprender a sus campesinos feligreses que toda transgresión moral repercute sobre lo físico; y que si el excederse en la comida y bebida o engolfarse en los instintos carnales constituyen desvaríos que hacen incurrir en pecado grave merecedor de austera penitencia, el alcohol que ingieren en el primer caso o la satisfacción excesiva o mal acondicionada que llegan a procurarse en el segundo, pueden acarrearles tan grandes males como los que se derivan del alcoholismo determinando la vejez prematura, o de la infección avariósica que marcará su degradante sello no sólo en el pecador que rinda culto a diosa Venus, sino a su desgraciada descendencia si la llega a tener, constituyendo enteca y degenerada prole que ha de servir de constante pregonera de la depravada conducta de su progenitor (3).

El Médico
Que el médico, cuando sea llamado a prestar sus servicios a la clase rural y vea que lo que en realidad es un cólico nefrítico, oiga decir al enfermo si será un mal aire “aice char en bat” (que suele ser su ordinaria frase), o cuando preguntando a un tuberculoso avanzado por el modo como le va, y le conteste que no le va del todo mal, puesto que arroja muchos esputos “y se va limpiando bien”, manifieste al enfermo, en el primer caso y a sus allegados en el segundo, la verdad de la situación y aproveche todas las ocasiones para desarraigar esas falsas creencias (3).

FOTO 12 De vuelta del mercado. Foto de Urcabe. Hombre con bueyes. Fotografía de Juan Bautista Garreta, del concurso del “Pueblo Vasco”. Portadas de la Revista Novedades. 28 de noviembre y 3 de octubre de 1909

La prensa diaria
Que lo mismo que decimos del maestro, del sacerdote o del médico las clases cultas de la sociedad, si bien este último es el más indicado por sus especiales condiciones, se ocupen en la prensa diaria de asuntos relacionados con la medicina y la higiene en forma asequible a la inteligencia del obrero y del menestral, haciendo que en los escritos que publiquen resplandezcan sobre todo la claridad del concepto y la sencillez de la exposición, sin invadir el terreno técnico más que lo que sea absolutamente indispensable (3).

Las Conferencias
Que en una esfera cultural algo más elevada se procure la vulgarización científica de cuanto se relacione con la medicina y la higiene, por medio de conferencias que se organicen en Sociedades o reuniones de diversa especie a donde acudan habitualmente como centros de distracción, individualidades que no puedan ser calificadas como pertenecientes a las clases sociales de cultura ínfima (3).

Conclusión
Poniendo en acción la serie de medios que escuetamente acabamos de señalar como conducentes al objetivo final, o sea la divulgación del concepto anatómico fisiológico del organismo humano en sus más elementales formas, y por tanto haciendo que las clases manufactureras y labradoras del país no se encuentren sumidas en la obscuridad y sin orientación siquiera remota de los que son los problemas de la salud y de la enfermedad, entonces será el momento en que haya llegado el verdadero resurgimiento de nuestros aldeanos y nuestros obreros en el terreno de la Medicina y de la Higiene y terminará, que ya es hora, el reinado del empirismo y con él la repugnante labor de los que han venido explotando la ignorancia durante siglos enteros: el curanderismo y el charlatanismo (3).

Cuidados que debe prestarse a los embriagados
La embriaguez sencilla no exige ninguna intervención: es preciso esperar a que los efectos del vino se disipen por si mismos; solamente se tendrá la precaución de abrigarlos, para prevenir los accidentes pulmonares que la acción combinada del frío y del alcohol provocan a menudo. El uso de los vomitivos no es conveniente en los borrachos inveterados porque la depresión consecutiva a su empleo, podría originarse un colapso o la rotura de alguna arteria o vena importante (4).

En los borrachos de ocasión, en aquellos cuyo estómago está sobrecargado al mismo tiempo que por libaciones copiosas por una comida abundante, la evacuación del contenido gástrico, abreviará la duración de la embriaguez. Dicha evacuación puede producirse espontáneamente o tomando una infusión caliente o sino tililando la “úvula” o campanilla de la boca.

En los casos de embriaguez grave acompañada de colapso y de enfriamiento de las extremidades, procuraremos primeramente hacer que recobren el sentido por medio de afusiones frías y de fricciones estimulantes e inmediatamente les haremos tomar una poción con láudano o algunas gotas de amoniaco y a falta de ello una infusión de café muy concentrada; una vez hecho esto los dejaremos reposar bien abrigados y con unas botellas de agua caliente a los pies (4).

Pasados los primeros efectos del alcohol, persiste durante unos días un empacho que se manifiesta por mal sabor de boca, ganas de arrojar, inapetencia y estreñimiento; es necesario purgarse ligeramente y estar a leche hasta que la normalidad se restablezca.

FOTO 13 Arrantzale. Pescador. Portada de la Revista Vida Vasca 1935

Medios higiénicos para combatir el insomnio
Antes de recurrir a cualquiera de los innumerables medicamentos que se conocen para combatir el insomnio, emplearemos los medios que son de la exclusiva competencia de la Higiene, porque la mayor parte de las veces bastan esos medios para lograr vencer tan molesto síntoma. Sobre todo en el insomnio nervioso agotaremos el empleo de los recursos higiénicos con exclusión de toda clase de drogas:
1º.- Porque las más de las veces la falta de sueño es provocada por el exceso de trabajo, por las trasgresiones de régimen o por una intoxicación crónica (alcohol, tabaco, té, café, etc.) y la supresión de la causa, puede hacer desaparecer el insomnio;
2º.- Porque la acción de los medicamentos somníferos es de corta duración y el hábito destruye a la larga su eficacia, necesitando aumentar cada vez más la dosis, exponiendo al enfermo a accidentes de intoxicación o a desórdenes digestivos, causas poderosas a su vez de insomnio (4).

¿Cuáles son los medios higiénicos aplicables en estos casos?
Es evidente que la supresión de las emociones, que el reposo del cuerpo y del espíritu en caso de fatiga física y espiritual que la supresión del alcohol, del té, del café y del tabaco, la reglamentación del régimen, las distracciones, los viajes, etcétera, cada uno de ellos aplicado a su caso particular coadyuvarán a la desaparición del insomnio (4).

Muchas veces es provocado por la insuficiencia y viciación del aire respirable, o por el calor excesivo de la habitación; en estos casos suprimiremos las cortinas de la cama y apagaremos el fuego bastante antes de acostarnos; el medio más radical y mejor consiste en dormir con las ventanas entornadas, tomando precauciones contra el frío en invierno.

Es mala costumbre la de acostarse inmediatamente después de haber cenado y usar almohadas demasiado blandas, en las que se hunde la cabeza.

El empleo de la hidroterapia bien en forma de duchas a 30º en chorro o en lluvia, o el baño templado, tomado antes de acostarse o a última hora de la tarde, conseguirá vencer muchos insomnios rebeldes. Agótense todos estos medios antes de recurrir a medicamentos y sobre todo no se emplee ninguno de ellos sin prescripción facultativa.

Un remedio rural contra la tosferina
Del número de noviembre de 1916, de la “Revista Ibero-Americana de Ciencias Médicas” de Madrid, tomamos la siguiente nota que si no fuera por el prestigio de la publicación de donde procede, parecería digno de figurar entre los extravagantes fármacos caseros que con tanta donosura critica nuestro querido amigo Arámburu (4).

Consiste el remedio en mondar varios dientes de ajo, cortándolos en finas lonjas y colocándolas luego dentro del calzado para ejercer presión, pero teniendo en cuenta que no estén en contacto inmediato con la piel, por su acción irritante; media hora después de iniciada la marcha se percibe el olor del ajo y la tos y el espasmo desaparecen generalmente a las cuarenta y ocho horas, debiendo continuarse con esta práctica durante una semana o más, según la intensidad del caso.

El ajo puede también administrarse por la boca en forma de panatela, que se prepara desmenuzando los dientes (después de pelados) rociándoles con leche y mezclándolos con migas de pan (4).

Accidentes ocasionados por el frío
La protección asegurada por ropas debidamente escogidas impide la pérdida de calor humano; sabido es que en las regiones polares los viajeros superponen varias capas de ropa y principalmente los efectos de lana y que las pieles constituyen el vestido externo.

Algo parecido deberán usar nuestros pescadores; las manos y orejas estarán protegidas con manguitos y gorras; no deberá llevarse el calzado muy ajustado, porque la compresión facilita la congelación (5).

Al individuo congelado se le desnudará y friccionará con precaución, ya con esponjas empapadas en agua fría, cuya temperatura se irá elevando progresivamente, ya con la nieve o bien con un paño de lana o franela y podrá ir seguida de una fricción con una sustancia aromática cualquiera.

Es imprudente hacer pasar bruscamente a un individuo que haya sufrido los rigores del frío a una temperatura elevada.

Se le procurará reanimar haciéndole tomar bebidas calientes adicionadas de una pequeña cantidad de aguardiente y una vez confortado con las fricciones y la bebida, se le hará caminar.

Si se produce un síncope, se colocará la cabeza en posición inclinada, se practicarán tracciones rítmicas de la lengua, la respiración artificial y se el administrarán algunos sorbos de agua fresca (5).

FOTO 14 Hijas de la Caridad, enfermeras y sirvientes en el antiguo Hospital Civil de San Sebastián. Fototeka Kutxa. 1936

Consejos a los catarros crónicos
En primer lugar trataremos de aumentar la energía de los individuos muy propensos a los catarros, aconsejándoles que se habitúen al uso cotidiano de ciertas prácticas hidroterápicas consistentes en aspersiones frías sobre el pecho, seguidas de fricciones espirituosas, terminando con una energía fricción seca por medio de un guante de lana con lo que resistirán mejor los efectos de las influencias térmicas (5).

Estas personas deben usar ropa interior y calcetines de lana y fuerte calzado impermeable.

La influencia del clima se demuestra palpablemente, con sólo reparar en los beneficiosos efectos del verano en estos enfermos, que durante el invierno se ven a menudo obligados a recluirse en sus habitaciones o a ingresar en un hospital los más indigentes.

FOTO 15 Castañera y Perico el popular batelero donostiarra. Foto de Urcabe. Portadas de la Revista Novedades. 21 y 7 de noviembre de 1909

Los catarros pudientes huirán de los climas fríos y húmedos durante la época invernal; los jóvenes, a respirar el aire frío y seco de las altas montañas, y los de cierta edad, escogerán el clima templado y relativamente seco de Levante o del Mediodía (Islas Baleares, Alicante, Málaga, etc.); en los que expectoran poco están más indicadas las Islas Canarias y la costa del Norte de África.

No debe descuidarse la vigilancia del régimen alimenticio, sobre todo en los catarros con abundancia de expectoración, causa por sí sola de graces y continuadas pérdidas; en estas formas se implantará de cuando en cuando la “cura de sed” o sea la alimentación seca y nutritiva, mientras que en las formas con expectoración escasa y difícil aconsejaremos las curas de leche azucarada (5).

Las pulverizaciones al vapor con líquidos salinos (sal común, bicarbonato de sosa) son muy útiles en las formas secas, y las inhalaciones de trementina y eucaliptol, vertiendo estos productos en una taza con agua muy caliente y aspirando los vapores que se desprenden por medio de un embudo, son adecuadas contra las formas de mucha expectoración.

A esta terapéutica inhalatoria deben buena parte de sus éxitos los establecimientos hidro-minerales (5).

Medios de contacto de la Escarlatina
Esta enfermedad jamás nace espontáneamente, adquiriéndose por transmisión de los gérmenes emanados de un niño enfermo; estos gérmenes una vez fijados, pueden permanecer meses y años en los tapices y en los muebles de los aposentos sin perder su virulencia, pudiendo ser transportados a distancia por los vestidos y por todos los objetos que han estado en contacto con el escarlatinoso (5).

Samsé cita el caso de un contagio producido por una carta escrita por un escarlatinoso en el periodo de descamación. Nosotros conocemos un caso parecido de un estudiante de medicina que ya convaleciente escribió desde Madrid una carta a su familia que residía en Las Arenas (Vizcaya) con cuya lectura adquirieron la escarlatina dos hermanas suyas, falleciendo una de ellas.

Se ha comprobado que los libros de los gabinetes de lectura, sirven de vehículos al germen. Cadet de Gassicourt cita el caso de un pañuelo de seda con el que se había abrigado el cuello de un escarlatinoso, que transmitió tres meses después la escarlatina a otro niño.

Un traje usado por una persona que estuvo en contacto íntimo con un escarlatinoso, sirvió de medio de contagio después de diez y ocho meses de haber estado guardado sin usarlo.

El aposento que había ocupado un niño con escarlatina, fue aparentemente bien desinfectado; dos meses después, un hermano del atacado entró en dicho aposento breves instantes y esto bastó para que contrajera la enfermedad.

Para sustraer a los niños sanos del contagio, debemos alejarlos de los atacados y de los objetos que con ellos hayan estado en contacto; aislaremos a los convalecientes todo el tiempo que indique el médico encargado de su asistencia, y desinfectaremos escrupulosamente la habitación y todos los objetos sospechosos (5).

Preceptos médico-higiénicos
Es un prejuicio estúpido y peligroso, el considerar un derrame de pus por el oido como un emuntorio de humores morbosos y el creer que la detención de tal supuración puede perjudicar a la salud (6).

Al contrario, ese derrame ofrece grandes peligros, tanto para el sentido auditivo, como para la vida. Puede ocasionar la sordera en todas las edades, y, propagado al cerebro, causar la muerte.

Las supuraciones del oído que sobrevienen en edad temprana, pueden traer como consecuencia, la sordo-mudez.

FOTO 16 Acordeonista. Cuadro de J. de Urrutia. Portada de la Revista Vida Vasca 1940

Se debe, por consiguiente, hacer lo necesario para prevenir estas supuraciones, y para curarlas, caso de presentarse.

No se debe inyectar líquido alguno en el oído, sin prescripción médica.

Se puede, con ello, hacer que enferme un oído sano, o agravar el estado de un oído ya enfermo (6).

Accidentes causados por el aire confinado
Se experimentan sus efectos bajo la forma de entorpecimiento, malestar y dolor de cabeza, en las salas de reunión y de espectáculos, constituyendo la intoxicación aguda; pero existen también accidentes crónicos, que se manifiestan en las personas que, por su profesión, están condenadas a permanecer todo el día y por espacio de meses y años en locales con aire confinado, o a pasar la noche descansando en dormitorios de cubicación insuficiente (6).

De ello resulta un estado anémico acentuado, dolores de cabeza, vértigos, desórdenes digestivos, etc., sin contar la tuberculosis que germina fácilmente en terrenos de esta manera preparados.

FOTO 17 La guardia de Miqueletes en el Palacio Real de Miramar. San Sebastián. Revista de Novedades del 10 de octubre de 1909

En los casos agudos, se expondrá inmediatamente al enfermo al aire fresco y renovado; se le extenderá horizontalmente con la cabeza más baja que el tronco y se le aflojarán los vestidos; acto continuo se le hará volver en sí, por medio de flagelaciones, fricciones enérgicas y aspersiones con agua fría; si estos emdios fracasasen, se recurrirá inmediatamente a la respiración artificial y a las tracciones rítmicas de la lengua.

En los desórdenes de forma crónica, lo esencial es suprimir la causa; las Juntas locales de Reformas sociales, deben denunciar los talleres y obradores cuya cubicación y ventilación sean insuficientes; a estos enfermos les es muy conveniente una estancia en el campo, alimentándose a base de leche, huevos y carne cruda, empleando los preparados ferruginoso cuando el estado del estómago lo consienta (6).

Consejos a los estreñidos
Lo fundamental es el régimen dietético, siendo indispensable escoger alimentos que exciten los movimientos intestinales, como el azúcar, la miel, las frutas dulces (ciruelas, uvas, higos, naranjas, dátiles); los jugos de frutas (limonadas, sidra, cerveza); las frutas ácidas (manzanas, cerezas, grosella); el pan negro, por su contenido en levadura, los alimentos salados (sardinas, arenques, caviar); las bebidas carbónicas, legumbres flatulentas, elñ aceite, aceitunas, mantequilla y las almendras (6).

Mecánicamente hacen el mismo efecto los vegetales ricos en celulosa, las verduras (col, coliflor, espinacas, lechugas); las legumbres secas con su corteza, las uvas comidas con su hollejo y sus granos, los espárragos, las setas, los rábanos silvestres y el pan basto o de munición.

Es conveniente que beban mucho y en cambio deben tomar poca leche, carne, huevos y anda de arroz, harinas de cereales desprovistos de su envoltura, cacao, chocolate y vinos tintos. Las bebidas frías son muy útiles, siendo muy recomendable el tomar un vaso de agua en ayunas y el beber leche fría entre las comidas.

La hidroterapia en forma de baños de asientos fríos, y de compresas en el vientre, es muy útil en los estreñidos nerviosos (6).

Se recomienda también la gimnasia, sea la sueca, o simplemente la de sala.

En algunos enfermos de vida muy sedentaria, no hay nada que surta mejor efecto que el obligarles a hacer ejercicio al aire libre y, más que en terreno llano, subiendo cuestas.

En muchísimoa casos el régimen basta para corregir el estreñimiento, pero a veces tenemos que ayudarle con diversos medios, cuya enumeración no es propia de este lugar.

La Astrología y la Medicina
En los tiempos antiguos, el ejercicio de la Astrología constituía un gran negocio, pues era costumbre muy generalizada el pedir a los astros el secreto de los destinos humanos. Quilón de Esparta, uno de los siete sabios de Grecia fue el iniciador de este Arte, y afirmaba que en los astros residían los gérmenes de nuestras enfermedades; los romanos adoptaron estas creencias que los árabes ampliaron y perfeccionaron (6).

El Sol representaba la cabeza, el corazón, la médula y el ojo derecho.

Saturno, mandaba en el hígado, el brazo y el oído derecho.

Mercurio reglamentaba la lengua, las manos y el sistema nervioso.

Sobre Júpiter reposaban los intestinos, el ombligo y el pecho.

El gusto, la sangre y las narices, dependían de Marte.

Venus era la señora de la buena comida y de la robustez.

La Luna protegía el ojo y el oído izquierdos, los pulmones y el estómago.

La cabeza con sus siete orificios pertenecía a los Siete Planetas.

Saturno y Júpiter tenían los dos oídos; Marte y Venus las ventanillas de la nariz; el Sol y la Luna los dos ojos y Mercurio la boca (6).

FOTO 18 Deporte rural vasco. Pintor, José Arrue. Portada de la Revista Vida Vasca 1947

Curandero Vasco-francés fusilado

Peru Martinho el de Ainhoa, célebre entre sus paisanos, por sus conocimientos sobre las propiedades de las hierbas que se criaban en su contorno para el tratamiento de muchas enfermedades, encontró una tarde en el “Bosque de los Abedules” donde se hallaba sirviendo a su patria, una planta para él desconocida. La examinó y muy fervorosamente la mezcló con otras que guardaba, hizo un cocimiento y lo escondió en su mochila.

Cierta mañana en un ataque a la bayoneta, se extravió en la espesura del bosque, tropezando con un soldado alemán que se retorcía de dolores en el suelo. Peru lo reconoció, y vió que tenía unas heridas de bala en el vientre y creyendo que el cocimiento hecho con la planta desconocida, lo aliviaría, sin acordarse de que era un enemigo dio a beber al herido el líquido amarillento por él preparado.

Hecho prisionero en aquel momento, fue acusado de envenenador, y aunque juraba y perjuraba que no tuvo la intención, sino la de curarle, como el herido falleciese al poco tiempo de tomado el cocimiento, fue fusilado el pobre Peru, víctima de sus aficiones curanderiles (6).

Bibliografía
1.- Las Flores de Baudelaire. Gonzalo Garrido. B-17061-2017. ISBN: 978-84-9032-8965.
2.- La Voz de Guipúzcoa, 2 de febrero de 1917. Páginas 11 y 12
3.- La Voz de Guipúzcoa, 9 de febrero de 1917. Páginas 11 y 12
4.- La Voz de Guipúzcoa, 16 de febrero de 1917. Página 11
5.- La Voz de Guipúzcoa, 16 de febrero de 1917. Página 12
6.- La Voz de Guipúzcoa, 23 de febrero de 1917. Páginas 11 y 12

Fotos. Fondo e ilustraciones
Biblioteca Municipal de San Sebastián / Donostiako Udal Liburutegia.

Manuel Solórzano Sánchez
Graduado en Enfermería. Servicio de Traumatología. Hospital Universitario Donostia de San Sebastián. OSI- Donostialdea. Osakidetza- Servicio Vasco de Salud
Insignia de Oro de la Sociedad Española de Enfermería Oftalmológica 2010. SEEOF
Miembro de Enfermería Avanza
Miembro de Eusko Ikaskuntza / Sociedad de Estudios Vascos
Miembro de la Red Iberoamericana de Historia de la Enfermería
Miembro de la Red Cubana de Historia de la Enfermería
Miembro Consultivo de la Asociación Histórico Filosófica del Cuidado y la Enfermería en México AHFICEN, A.C.
Miembro no numerario de la Real Sociedad Vascongada de Amigos del País. (RSBAP)

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